lunes, 1 de febrero de 2010

Escuchar la música, el jazz, el soul, el blues, es tener en los oídos la tristeza de los seres sometidos a una voluntad ajena. La discriminación, que hace de la ignorancia una estrategia a pesar de que nos golpea en el centro de nuestra arrogancia, no deja de buscar formas de silenciar argumentos de libertad. Ejercicio de reflexión y resistencia que muestra la igualdad de los seres humanos ante la injusticia. Búsqueda de la razón compartida vencida por las pasiones.







¿Cómo mirar la desgracia más allá de lo inmediato? Importante hacerlo mirando al mismo tiempo, hacia el pasado y hacia el porvenir. No repetir soluciones viciadas por los prejuicios ni por la indispensable y sesgada transmisión de los medios ni sólo por la urgencia de remediar el dolor, sino alcanzar la voz de cada ser y resolver, juntos, la mejor manera de caminar, sirviendo de apoyo y no decidiendo su futuro con la batuta de director. Tener claridad, en medio de la polvareda, de las necesidades diferenciadas de las mujeres, a las que muchas organizaciones civiles han tendido, no sólo la mano, sino también, el oído; de los niños y las niñas, a las que el Unicef ya está intentando proteger y continúa acompañando el llanto por las pérdidas, con la impostergable labor de garantizarles el acceso a sus derechos; calmando la angustia de las ancianas por sus muertos y ofreciéndoles el tiempo y el espacio para recordar su vida; además de muchas personas que dan consuelo a los enfermos

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