miércoles, 3 de noviembre de 2010

Manejar las emociones

Tus sentimientos son las posesiones más valiosas, el caudal por el que te enriqueces o te empobreces simultáneamente, y pueden brindarte las máximas recompensas y penas.




Y esas emociones dependen de la vida que tu mismo decidas crear.



Serás feliz o infeliz dependiendo de la medida en que domines tus sentimientos para poder resolver efectivamente los problemas que la vida te presenta, y desarrollar la competencia necesaria para tu autoestima perdurable.



Los placeres y la felicidad son experimentados por medios sensoriales y emocionales.



Habíamos visto, “Como educar tus sentimientos” y ahora veremos cómo educar las emociones para que te brinden felicidad.



Tienes que desarrollar un enfoque consciente de tus emociones



En primer término debes quitar de tu mente y alma todo sentimiento de culpabilidad.



Si estás arrepentido por errores cometidos en el pasado, “ese pasado ya pasó”. Recuérdalo! Si el solo arrepentimiento te ha servido para no volver a “hacerlo” entonces ya no pienses más con culpabilidad.



Si reprimes tus emociones estarás haciendo el intento de negarlas. Tal represión es dañina y es diferente a la educación de tus emociones, la cual es un proceso necesario y valioso.



Pon a un costado algunas emociones.-



En un acto de autodisciplina, conscientemente apartarás emociones para experimentarlas más adelante, de una manera más apropiada o controlada.



Al poner a un costado una emoción, no niegas la emoción y permaneces completamente consciente de ella.



Como un ser parlante empleas palabras, y muchas veces supones que los otros entendieron lo que quisiste decir; y a menudo te has encontrado con la sorpresa de que no era "eso" que los demás dijeron entender, aquello que tú decías.



Muchas veces será necesario que calles para luego con más calma poder expresarte de manera que todos te entiendan.


El manejo de las emociones y su expresión es determinante en una vida exitosa. Te pongo un Ejemplo:


EL AJEDREZ


En el ajedrez, cada movimiento es pensado con cautela, ya que mientras se avanza con las piezas por el tablero, el jugador define la estrategia para lograr resultados positivos. Los jugadores utilizan parte de su capacidad intelectual para vencer a su oponente; en ocasiones logran el objetivo, en otras ocurre lo contrario, sin embargo, el ajedrecista que añade la “concentración y el manejo de las emociones como parte de la estrategia”, tiene más ventaja para lograr el ansiado jaque mate.


Para enfrentar el ajedrez de tu vida, es fundamental balancear tu capacidad intelectual con el manejo de tus emociones. Para muchas personas no es sencillo jugar en el tablero de lo cotidiano, en especial, cuando se debe lidiar a diario con las emociones que distraen y confunden, y con las emociones y acciones de los demás.


Para manejar tus emociones necesitas desarrollar ciertas habilidades:


Primero debes identificar tus propias emociones para evaluarlas y enfrentar los problemas que se te presenten desde una óptica equilibrada.


Es fundamental que controles tus impulsos y los ordenes hacia la consecución de los objetivos específicos.


Identifica emociones como la ira, el aburrimiento, la alegría, el entusiasmo, la tristeza, el resentimiento, la compasión, el odio, la ansiedad, el optimismo, la impaciencia, el miedo, la excitación, el amor, así como la vergüenza, melancolía, hostilidad, resignación, nostalgia, apatía, frustración, culpa, paciencia y depresión. Etc.


No es un juego infantil, es más, la gran mayoría de los adultos no logran identificar tantas emociones.


En ningún momento debes dominar todas las emociones al mismo tiempo, lo primordial es identificarlas para conocerte a tí mismo y superar con inteligencia los obstáculos que te vaya presentando la vida.


Una clave importante en el manejo de tus emociones consiste en la capacidad de manejar el enojo. Debes fijar los límites para que no destruya a los demás ni a ti mismo.


Tienes la capacidad de escoger entre lo agradable y lo desagradable, pues eres un ser humano que forja su propia identidad.


Todo depende de tu equilibro y en cómo manejes tus límites.


Y sabrás escuchar, serás más analítico de tí mismo, serás más conciliador que agresivo, más sociable, y podrás ajustarte mejor a las situaciones complicadas. Y por ende la felicidad llegará automáticamente.


Subraya la palabra Balance, como el componente principal para la fórmula de tu éxito.




Ludy Mellt Sekher©

 COMPARTO CON TODOS LO QUE PIENSO

 
CALLAR EN CIERTAS CIRCUNSTANCIAS NO SIGNIFICA SER HIPOCRITA SINO PRUDENTE .
Considero que hay momentos en los cuales se debe hablar y en los cuales es conveniente callar para detenerse a observar.
Y si quiero a alguien de verdad , lo voy a apoyar cuando creo que tiene razon pero tambien le voy a  hacer saber cuando no la tiene. No porque sea un amigo lo voy a apoyar en todo lo que haga o diga , simplemente porque es mi amigo , aún si su decision va en contra de lo que pienso.
En ese caso, podria decir que si sería hipocrita.
Es una gran virtud ser sincero , pero la verdadera sinceridad es directamente proporcional en el cuando lo hago , en el como lo digo y con que intensiones lo hago.
Si queremos vivir en sociedad, inegrar grupos, formar una familia, tener compañeros de trabajo, debemos ser equilibrados.
Desde los afectos quizas seamos mas libres para expresarnos con nuestros seres mas queridos, a los que elegimos querer , quienes nos importan y aquienes les confiamos nuestras cosas.
Pero existen esas personas que no elegimos, en principio sino que nos tocan . Hay compañeros de trabajo que pueden llegar a ser nuestro mejor amigo, pero hay otros que solo seran eso ,"compañeros de trabajo" o nuestro jefe y como tal podemos hacernos respetar, podemos expresarnos pero estaremos condicionados sabiendo que necesitamos aprender a convivir con ellos para poder trabajar. Un ser positivo, no va a ir al choque con su compañero sino que tratara de armonizar las diferentes situaciones que se presenten.
Todos somos seres humanos , imperfectos, con cualidades , defectos y la mayor virtud que debemos desarrollar es la tolerancia , la comprensión, el compañerismo mediante el dialogo.
Si una situación te irrita es preferible buscar la calma y despues buscar el momento adecuado para expresarse. Descargar las tensiones contandoselo a un amigo no significa "sacarle el cuero", quizas esa descarga nos ayuda a reflexionar y a ver las otras cosas de otra manera.
Y aunque sea dificil , debemos dejar la mochila en casa antes de salir . Y ... si logramos controlarnos y optamos por hacer silencio y pensar... analicemos la esencia ¿porque me irrita?¿es lo que dijo , es como lo dijo, o es quien lo dijo?  y preguntarme si yo alguna vez he tenido esa actitud con alguien.  ¿Mi malestar es con una persona en particular? ¿es su forma de ser?¿es porque su forma de ser se parece a...? ¿O soy yo misma la que no esta bien y todo me molesta?
Ante cada actitud de los demas , tratar  de descubrir si  hay una intension "buena o mala" o si solo se trata de un mal dia que como producto da una reaccion impulsiva , capaz de desarmar una armonia que hasta el momento tenia equilibrio.
Creer que lo sabemos todo y que sabemos quienes son y como son exactamente los que nos rodean , es una actitud un poco soberbia. Solo Dios sabe quienes somos realmente, porque a veces ni nosostros mismos terminamos de conocernos hasta que nos suceden las cosas.
Y aquellas cosas que alguna vez juzgamos de otros porque no la entendiamos , pueden tocarnos vivir y es ahi donde vamos a poder entenderlas. Por eso el dicho...."no escupas para arriba porque puede caerte en..."
Ninguno esta libre ni ecxento de errores, los hemos cometido, algunos nos llevo tiempo reconocerlo , aprenderlo, pero todos hemos hechos algunas de las cosas que hoy nos desagradan.
Por eso , esta bueno pensar y experiemtar que a veces una actitud puede decir mas que mil palabras. Hay silencios que dejan huellas en el camino y atraves del tiempo....
"Compartir lo que pienso, no significa en absoluto que sea como tal, expreso mi opinión y por supuesto puedo equivocarme"


Vanesa Alessandroni


 



Un día en la carpintería de mi pueblo se reunieron las herramientas para hablar de sus cualidades.


Para coordinar la reunión se puso al frente el martillo. Pero las herramientas dijeron que no le querían. Golpeaba mucho y hacía mucho ruido.

Entonces se puso al frente la de reunión el tornillo. Pero las herramientas dijeron que no le querían porque daba muchas vueltas.



El tornillo dejó paso al frente del grupo a la lija. Pero el grupo tampoco la quiso porque era muy áspera y siempre se rozaba con las demás herramientas.

Intentó organizar el grupo el metro. Pero el grupo tampoco lo quiso porque se pasaba el tiempo midiendo a las demás.


En ese momento entró la carpintera. Se puso el delantal y comenzó a trabajar. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Así es como consiguió hacer un bello mueble para nuestro grupo.

Al anochecer la carpintería se quedó sola y las herramientas se reunieron de nuevo.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho y dijo:




"Señoras, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero la carpintera trabaja con lo mejor de nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosas. El martillo es fuerte. El tornillo une y da fuerza. La lija es especial para afinar y limar asperezas. El metro es preciso y exacto."





Se sintieron entonces orgullosas de sus fortalezas y de trabajar juntas.




 Para una convivencia sin violencia.




"No hay camino para la paz, la paz es el camino".



Con esta hermosa frase, Gandhi resumía toda una filosofía, una forma de ver, entender y sentir la vida.


No se puede expresar con menos palabras algo tan profundo y vital como es encarar nuestro presente y nuestro futuro llevando la bandera de la paz en una mano, y la del diálogo, el respeto a lo diferente, la solidaridad y el mestizaje, en la otra.



La tolerancia.



Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no atenten contra los derechos fundamentales de la persona...






La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia.






El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar.






Hay una tolerancia propia del que exige sus derechos: La oposición de Gandhi al gobierno británico de la India no es visceral sino tolerante, fruto de una necesaria prudencia. En sus discursos repetirá incansablemente que, “dado que el mal sólo se mantiene por la violencia, es necesario abstenerse de toda violencia”. Y que, “si respondemos con violencia, nuestros futuros líderes se habrán formado en una escuela de terrorismo”. ¿Les suena esto en la actualidad mundial?. Además, “si respondemos ojo por ojo, lo único que conseguiremos será un país de ciegos”.






¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior. Ahí entra en juego nuestro discernimiento. Defender una doctrina, una costumbre, un dogma, implica casi siempre no tolerar su incumplimiento. Con este concepto entendemos claramente que la verdad siempre surge desde la individualidad y que las verdades generalistas solo nos llevan a un camino de confusión.






De todas formas, hay dos evidencias claras: que hay que ejercer la tolerancia, y que no todo puede tolerarse. Compaginar ambas evidencias es un arduo problema.






Todos los análisis realizados por filósofos y estudiosos de la materia al respecto a la tolerancia aprecian la dificultad de precisar su núcleo esencial: los límites entre lo tolerable y lo intolerable. De nuevo, y como en casi todos nuestros acontecimientos diarios, debemos beber en la fuente de la sencillez, ella será la encargada de otorgarnos el discernimiento que nos de la inspiración para el obrar.






Hemos empezado hablando de la tolerancia como parte del “respeto a la diversidad”. Se trata de una actitud de consideración hacia la diferencia, de una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta de la propia, de la aceptación del pluralismo. Ya no es permitir un mal sino aceptar puntos de vista diferentes y legítimos, ceder en un conflicto de intereses justos. Y como los conflictos y las violencias son la actualidad diaria, la tolerancia es un valor que es muy necesario y urgentemente hay que promover.






Ese respeto a la diferencia tiene un matiz pasivo y otro activo. La tolerancia pasiva equivaldría al “vive y deja vivir”, y también a cierta indiferencia. En cambio, la tolerancia activa viene a significar solidaridad, una actitud positiva que se llamó desde antiguo benevolencia. Los hombres, dijo Séneca, deben estimarse como hermanos y conciudadanos, porque “el hombre es cosa sagrada para el hombre”. Su propia naturaleza pide el respeto mutuo, porque “ella nos ha constituido parientes al engendrarnos de los mismos elementos y para un mismo fin”. Séneca no se conforma con la indiferencia: “¿No derramar sangre humana? ¡Bien poco es no hacer daño a quien debemos favorecer!”. Por naturaleza, “las manos han de estar dispuestas a ayudar”, pues sólo nos es posible vivir en sociedad: algo “muy semejante al abovedado, que, debiendo desplomarse si unas piedras no sostuvieran a otras, se aguantan por este apoyo mutuo”. La benevolencia nos enseña a no ser altaneros y ásperos, nos enseña que un hombre no debe servirse abusivamente de otro hombre, y nos invita a ser afables y serviciales en palabras, hechos y sentimientos.






La tolerancia es un regalo desde los primeros años de la vida.