martes, 23 de febrero de 2010

Nelson Mandela, un cóctel seductor"



El escritor John Carlin, autor del libro que inspiró la película "Invictus", respondió las preguntas que le hicieron los lectores de BBC Mundo.
"Jhon Carlin "


El escritor John Carlin, autor del libro que inspiró la película "Invictus", respondió varias de las decenas de preguntas que le hicieron los lectores de BBC Mundo sobre la obra que cuenta cómo Nelson Mandela utilizó el deporte como un arma para unir a su país.
El libro "El factor humano" del periodista inglés fue llevado a la gran pantalla por el director Clint Eastwood y es protagonizado por los actores Morgan Freeman y Matt Damon.
"Yo quería escribir un libro sobre Mandela", le dijo Carlin a BBC Mundo. "Mi libro intenta dar una visión del genio político y de la grandeza de Mandela".


La idea de escribir el libro surgió en 2000, pero no fue hasta 2006 cuando se dedicó a realizar una profunda investigación en Sudáfrica y a entrevistar a los protagonistas de uno de los momentos más emblemáticos de la historia de ese país: la celebración del Mundial de Rugby de 1995 y la victoria del equipo anfitrión.


Los cimientos del libro responden a su experiencia como periodista en esa nación. "Si no hubiera sido corresponsal de The Independentde Londres entre 1989 y 1995, este libro no se hubiera escrito".


A continuación les presentamos las respuestas a las preguntas de nuestros lectores:



Un libro, una película






¿Cómo confirmó los diálogos de Mandela en las diferentes reuniones con los jugadores, con su familia?



Hice muchas entrevistas para el libro. Entrevisté a Mandela, a muchos de los jugadores y a muchas personas más.






¿Cree que el filme, además del libreto, refleja fielmente el mensaje del libro? ¿Cuál es la escena en el filme que le parece resume el libro original o el mensaje que intentó transmitir?


La película refleja fielmente la esencia del mensaje que intento transmitir.






En el libro hay mucho contexto histórico, hay más personajes, matices, pues el libro, por definición, permite extenderse en un tema.






La esencia de Mandela, un hombre que es tremendamente generoso y noble y también un político pragmático y calculador, se expresa muy bien en la película, especialmente en el papel que hace Morgan Freeman, que es magistral.






Por otra parte, la película retrata muy bien esa época en Sudáfrica. Ahí el crédito hay que dárselo a Clint Eastwood.






En cuanto a una escena en particular que refleje particularmente bien el libro podría mencionar una escena al principio, en la que Mandela convence a sus correligionarios políticos a que mantengan el símbolo del Springbok como símbolo de la selección sudafricana de rugby.






El filme es interesante, sin embargo, siendo historia reciente no tuve contacto con el momento histórico de 1995 (...) ¿Fue realmente tan determinante el caso o es una banalización de un trabajo mucho más profundo de Nelson Mandela para unificar a Sudáfrica?




No es ninguna banalización. Fue el día más feliz de la vida política de Mandela y fue, sin duda, el día más feliz de la historia de Sudáfrica, un país que estaba terriblemente dividido por el racismo.






Fue el día más feliz de ese país, por lo menos, desde que se comenzaron a escribir los capítulos de su historia con la llegada de los primeros colonos blancos en 1652.


¿Qué inquietud le gustaría dejarle a cada persona que lee su libro?






Me gustaría que la gente se inspirase con el mensaje del libro, que es muy optimista. Dice que incluso en situaciones de conflictos absolutamente insolubles, hay posibilidad de buscar soluciones razonables, civilizadas, en las que quizás todos tengan que hacer algún grado de concesión, pero en el que todos pueden salir ganando.






La generosidad y el respeto son armas políticas útiles para que un líder consiga sus objetivos sin apelar a armas convencionales que matan a la gente.


Mandela, un líder pragmático
Si pudiese definir el método usado por Mandela para inspirar el equipo de rugby en 1995 y, al mismo tiempo, unir a su país ¿cómo lo haría?
El método que utilizó con los jugadores de rugby es el mismo que usó con ministros de gobierno, con sus propios carceleros, con gente de la extrema derecha, periodistas, con todo el mundo.

Es una especie de cóctel seductor que combina, ante todo, una gran integridad y valores muy firmes con los cuales es muy coherente. A eso se le agrega el respeto en el trato que tiene con todo el mundo. Trata de la misma manera a un obrero y a la Reina de Inglaterra.

Cuando se va a encontrar con un rival político, se informa muy bien sobre sus características antes de reunirse con él. De esta manera, Mandela tiene más información sobre su oponente que la que éste tiene sobre él.


Trata a todo el mundo con una increíble cortesía y encanto. Tiene el carisma de una persona con una enorme e ilimitada confianza en sí mismo.


¿Cómo Mandela aguantó estar encerrado 27 años en la cárcel y salir con una visión diferente para su país?



Aguantó porque siempre le mantuvo vivo, alerta y optimista la convicción de que un día saldría de la cárcel y liberaría a su pueblo. Ese era su gran objetivo y, cuando al fin tuvo la oportunidad, no quiso desaprovecharla.



Entendió muy bien en la cárcel, tras tantos años de reflexión, que si optaba por el camino de la venganza, que si pretendía acceder al poder y lograr sus objetivos a través de las armas, eso no lo iba a conducir a nada diferente a un estancamiento sangriento que duraría años o décadas. Nadie saldría ganando y todos saldrían perdiendo.

Se dio cuenta de que la negociación era el único método para lograr la liberación de su pueblo. Fue absolutamente pragmático. Eligió ese camino, no por buena gente, sino porque entendió lo que funcionaría.


Sudáfrica hoy


20 años después de la liberación de Mandela ¿qué balance puede hacer usted sobre la forma en que Sudáfrica ha cambiado?



Ha cambiado muchísimo. Yo estuve ahí cuando Mandela salió de la cárcel. Para empezar, no existe el apartheid, un sistema tremendamente minucioso de segregación racial que se extendía a todas las áreas del país.


Ahora Sudáfrica es una democracia, todo el mundo vota, la gente en el poder es de todos los colores, no sólo blancos. El color que predomina es el de la mayoría: el color negro de piel. El fantasma de una terrible guerra racial ha desaparecido. Sudáfrica es un país que tiene muchos problemas como los que tienen otras naciones: pobreza, delincuencia, corrupción.

Sin embargo, es una democracia estable, hay libertad de expresión, el estado de derecho está muy asentado y el trato entre blancos y negros es, en casi todos los casos, de cordialidad y de respeto y no como hace años, en el que se combinaba arrogancia con resentimiento.






Deporte y política






¿Cree que la paz y la unión de los pueblos se logre por medio del deporte?


"Jhon Carlin. Cortesía: Jhon Carlin"


No. El caso de Sudáfrica y la final del Mundial de Rugby de 1995 fue un caso muy especial, muy único, en circunstancias culturales e históricas muy particulares y, ante todo, con la figura de Nelson Mandela presente. Creo que la experiencia de Sudáfrica no es extrapolable a otros países.


¿Cree que después de 15 años, y ante este nuevo Mundial de Fútbol, el espíritu de la gran nación sudafricana es inquebrantable? ¿La división entre blancos y negros se erradicó para siempre?


No creo que nada sea inquebrantable en la vida humana ni en el mundo. Tampoco creo que, en nuestros tiempos, el ser humano en Sudáfrica, ni en ningún otro lugar, haya logrado evolucionar a tal punto que haya abolido el problema de la división y la tensión racial.

En Sudáfrica existen divisiones de personas de diferentes razas así como en Estados Unidos y como en otras partes del planeta. Lo que se logró en Sudáfrica y lo que consiguió Mandela fue evitar una guerra civil y sentar las bases para una democracia estable y legítima.


En cuanto a la vida de millones de personas en ese país, es imposible influir en cada una de ellas.






¿De qué manera un enorme evento deportivo como un Mundial de Fútbol afecta, positiva y negativamente, a una nación como Sudáfrica en los aspectos culturales y políticos?


Creo que el Mundial de Fútbol de este año va a afectar a Sudáfrica como, por ejemplo, afectó a un país como México.
Lo que podemos decir con total seguridad es que la gente del país se siente orgullosa y feliz de que se celebre un evento de esta magnitud en su tierra y que sea el foco de la atención mundial por más de un mes.


Es posible que a mediano y a largo plazo, si todo va bien, la celebración del Mundial, incida positivamente en la economía de Sudáfrica. No creo que vaya a afectar mucho en el terreno político.

Sudáfrica -cuando yo viví ahí, en la época de la cual hablo en el libro y de la que narra la película- era un país muy especial y singular, pero ahora ya no lo es. Tiene los mismos problemas que muchos países.


Si no fuera por el hecho de que se va a celebrar el Mundial ahí, poca gente le estaría dando atención. No es un país que genere muchas noticias a nivel internacional.



¿Es posible la eliminación o anulación de concepciones ideológicas a través de las rivalidades y practicas deportivas?



No. No estoy tan convencido de que el deporte tiene tanto poder político como regla general. Lo tuvo en esta ocasión, pero más que nada por la habilidad política de Nelson Mandela. La pregunta no es tanto si el deporte puede cambiar las cosas, la pregunta es si un líder lo puede hacer.


La capacidad que tiene un líder para cambiar las cosas, como lo demuestra Mandela, es enorme.