viernes, 24 de abril de 2009



Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes
que estaban
en contra del matrimonio.

Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye
el verdadero
sustento de las parejas y que es preferible acabar
con la relación cuando
este se apaga en lugar de entrar a la
hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relato
lo siguiente:

"Mis padres vivieron 55 años casados".

Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle
a papá el desayuno
y sufrió un infarto.

Mi padre la alcanzó, la levanto como pudo y casi a rastras
la subió a la camioneta.

A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos,
condujo hasta el hospital.

Cuando llego, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada
estaba perdida, casi no lloró.

Alzo la voz y con una mirada vidriosa dijo:

"No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre
que acaba de perder
a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio.

Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos
la escena conmovidos:

"Fueron 55 buenos años...¿saben?,"

Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea
de lo que es compartir la
vida con una mujer así".

"Cuando mi padre termino de hablar, mis hermanos y yo
teníamos el rostro
empapado de lagrimas. Lo abrazamos
y el nos consoló:

"El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia,
el amor no se envanece;
no hace lo indebido, no busca lo suyo.

No se goza de la injusticia,
más se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser".

QUE PASARIA...


¿Qué pasaría... si un día despertamos dándonos cuenta de que somos mayoría?

¿Qué pasaría si de pronto una injusticia, solo una, es repudiada por todos, todos los que somos, todos, no unos, no algunos, sino todos?

¿Qué pasaría si en vez de seguir divididos nos multiplicamos, nos sumamos y restamos al enemigo que interrumpe nuestro paso?

¿Qué pasaría si nos organizáramos y al mismo tiempo enfrentáramos sin armas, en silencio, en multitudes, en millones de miradas la cara de los opresores, sin vivas, sin aplausos, sin sonrisas, sin palmadas en los hombros, sin cánticos partidistas, sin cánticos?

¿Qué pasaría si yo pidiese por vos que estás tan lejos, y vos por mí que estoy tan lejos, y ambos por los otros que están muy lejos y los otros por nosotros aunque estemos lejos?

¿Qué pasaría si el grito de un continente fuese el grito de todos los continentes?

¿Qué pasaría si pusiésemos el cuerpo en vez de lamentarnos?

¿Qué pasaría si rompemos las fronteras y avanzamos y avanzamos y avanzamos y avanzamos?

¿Qué pasaría si quemamos todas las banderas para tener solo una, la nuestra, la de todos, o mejor ninguna porque no la necesitamos?

¿Qué pasaría si de pronto dejamos de ser patriotas para ser humanos?

¿No sé... me pregunto yo... qué pasaría?



Autor: Mario Benedetti

Enseñanzas de una Madre llena de Dios






Enseñanzas de la Madre Teresa

"Podemos transitar por los lugares más terrible sin temor, porque Jesús en nosotros nunca nos decepcionará. jesús es nuestro amor, nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestra compasión."

"Cada hombre es importante y merece nuestra atención. Nosotros siempre tratamos con individuos, nunca con las masas. Pero si esperamos que haya muchos, entonces nos perderíamos en la cantidad y no haríamos nada por nadie."

"A la hora de nuestra muerte, seremos juzgados por nuestra actitud de haber reconocido a Cristo en cada hombre que sufre."

"Dios sólo habla en el silencio. El silencio es reflexión."

"El amor de Cristo siempre es más fuerte que el mal en el mundo."

"Nada es demasiado insignificante. Somos tan pequeños que miramos todo desde una óptica de pequeñez. Pero el Señor, siendo todopoderoso, ve hasta lo más pequeño como grande."

"Encontré a una mujer moribunda en las calles. La traje a nuestro hogar. Cuando la acosté en su pequeña cama, me sonrió, tomó mi mano y dijo una sola palabra: 'Gracias'. Luego murió. Ella me dió mucho más de lo que yo hacía por ella. Me dió su amor y gratitud".

"Hemos sido creados para grandes destinos. Sólo tenemos que comprenderlo."

"La compasión es como el vuelo del alma hacia el prójimo."

"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servico es la paz."


Palabras de la Madre Teresa

"Muchos decían que era absolutamente inútil trabajar entre la escoria humana, en lugar de ayudar, fortaleciendo a los leprosos.
Que así sea. Si tantas monjas y curas quieren rodear sólo a los pudientes, a los cultos y a los ilustres, está bien, que lo hagan;
pero que no molesten con sus difamaciones a los pocos que sí queremos ocuparnos de los más bajos entre los bajos.
Yo sé que me llaman la monja de los callejones,
y estoy muy feliz de ser eso, por el amor y la gloria de Dios".

-Madre, usted siempre utiliza el término "el menor de mis hermanos". ¿A quién se refiere?

-Hablo no sólo de los que sufen pobreza física,
sino de quienes sufren soledad. Hablo de los necesitados no sólo de comida, sino de la palabra de Dios. Aquellos que buscan justicia y amor, los que piden huir de su ignorancia y recibir conocimientos.
Aquellos que quieren llegar a la verdad. Los que más que ropa, buscan dignidad. Los que piden caricias, en el cuerpo y el espíritu.
Los que son víctimas del abuso y la discriminación, los que son abandonados e indigentes, los que han perdido la esperanza,
que es la último que deberían perder. Los que creen haber perdido a Dios. Los que caen en adicciones. Los que están presos.

-¿Qué siente al entrar en una cárcel?

-La común unión con aquellos que esperan. Siempre rezamos juntos y es conmovedor ver cómo hombres en apariencia tan duros, agachen la cabeza y lloran, orando a Dios. Allí descubren el silencio
que da la paz.

-¿Cómo se debe rezar?

-No existe una fórmula. Yo tengo la mía. Las misioneras tenemos nuestro modo de orar al Señor. Se debe buscar el silencio, que es el estado ideal de las revelaciones.
Se debe intentar todos los días, en cualquier momento, en cualquier lugar. No hace falta estar en una iglesia. La iglesia está dentro de nosotros cuando elevamos nuestros pensamientos al Altísimo.
Si no logramos hablar directamente con Dios, se puede pedir ayuda a un sacerdote.
Sólo hay que hablar con Dios. El es nuestro Padre, sea cual fuere nuestra religión. Todas las religiones tienen su derecho a la verdad.
Todos hemos sido creados por Dios y somos Sus hijos. Debemos confiar en El, creer en El y trabajar para El, y al rezar llueven las respuestas.


Oraciones de la Madre Teresa

"Haz que alcen la vista y dejen de vernos a nosotros, para verte a Ti.
Quédate con nosotros, y así empezaremos a resplandecer como Tú resplandeces.
Resplandecer para ser una luz para los demás.
La luz, Jesús, vendrá toda de Ti, no será nuestra.
Será tuya y resplandecerá en otros a través de nosotros.
Déjanos adorarte del modo que más te gusta, resplandeciendo entre los que nos rodean.
Déjanos predicar sin sermones, no mediante palabras sino con nuestro ejemplo.
Por la fuerza contagiosa, la influencia natural de lo que hacemos.
La plenitud evidente del amor que nuestro corazón siente por Ti.
Amén".

"Querido Jesús, ayúdanos a esparcir tu fragrancia
por dondequiera que vayamos.
Llena nuestra alma de Tu espíritu y vida.
Penetra y posee todo nuestro ser profundamente.
Que nuestra vida pueda ser un resplandor de la Tuya.
Resplandece a través de nosotros, y permanece
en nosotros para que toda alma que
encontremos pueda sentir Tu presencia
en nuestra alma".


AMAR A UN SER HUMANO






AMAR A UN SER HUMANO...


Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y
respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su
verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin
pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tu desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.

Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad
desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas
vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son
correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y
en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, "este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto...si tú quieres recibirlo".

Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder
en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando de si mismo duda,
contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su
desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.

Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin
representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé
lo que no puede o no desea; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el
último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan
profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de
tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras
francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuanto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus
riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar
para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su
desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus
capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus
derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tu formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y
radiantes de la humanidad, como sus lados obscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por
tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
Andrea Weitzner - Argentina