miércoles, 29 de julio de 2009


MI CRISTO ROTO
Ramón Cué S.J.

A mi Cristo roto, lo encontré en Sevilla. Dentro del arte me subyuga el tema de Cristo en la cruz. Se llevan mi preferencia los cristos barrocos españoles. La última vez, fui de compras en compañía de un buen amigo mío. Al Cristo, ¡Qué elección! Se le puede encontrar entre tuercas y clavos, chatarra oxidada, ropa vieja, zapatos, libros, muñecas rotas o litografías románticas. La cosa, es saber buscarlo. Porque Cristo anda y está entre todas las cosas de éste revuelto e inverosímil rastro(bazar) que es la Vida.

Pero aquella mañana nos aventuramos por la casa del artista, es más fácil encontrar ahí al Cristo, ¡Pero mucho más caro!, es zona ya de anticuarios. Es el Cristo con impuesto de lujo, el Cristo que han encarecido los
turistas, porque desde que se intensificó el turismo, también Cristo es más caro. Visitamos únicamente dos o tres tiendas y andábamos por la tercera o cuarta.

“Ehhmm, ¿Quiere algo padre?”

“Dar una vuelta nada más por la tienda, mirar, ver. “

¡De pronto! frente a mí, acostado sobre una mesa, vi un Cristo sin cruz, iba a lanzarme sobre él, pero frené mis ímpetus. Miré al Cristo de reojo, me conquistó desde el primer instante. Claro que no era precisamente lo que yo
buscaba, era un Cristo roto. Pero esta misma circunstancia, me encadenó a él, no sé por qué. Fingí interés primero por los objetos que me rodeaban hasta que mis manos se apoderaron del Cristo, ¡Dominé mis dedos para no acariciarlo! No me habían engañado los ojos! ¡No!. Debió ser un Cristo muy bello, era un impresionante despojo mutilado. Por supuesto, no tenía cruz, le faltaba media pierna, un brazo entero, y aunque conservaba la cabeza, había perdido la cara.

Se acercó el anticuario, tomó el Cristo roto en sus manos y...

“¡Ohhh, es una magnífica pieza, se ve que tiene usted gusto padre, fíjese que espléndida talla, qué buena factura!”

“¡Pero! está tan rota, tan mutilada! “

“No tiene importancia padre, aquí al lado hay un magnífico restaurador amigo mío y se lo va a dejar a usted, ¡Nuevo! “

Volvió a ponderarlo, a alabarlo, lo acariciaba entre sus manos; pero no acariciaba al Cristo, acariciaba la mercancía que se le iba a convertir en dinero.

Insistí; dudó, hizo una pausa, miró por última vez al Cristo fingiendo que le costaba separarse de él y me lo alargó en un arranque de generosidad ficticia, diciéndome resignado y dolorido:

“Tenga padre, lléveselo, por ser para usted y conste que no gano nada 3000 pesetas nada más, ¡Se lleva usted una joya!. “

El vendedor exaltaba las cualidades para mantener el precio. Yo, sacerdote, le mermaba méritos para rebajarlo. Me estremecí de pronto. ¡Disputábamos el precio de Cristo, como si fuera una simple mercancía!. ¡Y me acordé de Judas! ¿No era aquella también una compraventa de Cristo?

¡Pero cuántas veces vendemos y compramos a Cristo, no de madera, de carne, y en él a nuestros prójimos! Nuestra vida es muchas veces una compraventa de cristos.

¡Bien! cedimos los dos, lo rebajó a 800 pesetas. Antes de despedirme, le pregunté si sabía la procedencia del Cristo y la razón de aquellas terribles mutilaciones. En información vaga e incompleta me dijo que creía procedía de la sierra de Arasena, y que las mutilaciones se debían a una profanación en tiempo de guerra.

Apreté a mi Cristo con cariño, y salí con él a la calle. Al fin, ya de noche, cerré la puerta de mi habitación y me encontré sólo, cara a cara con mi Cristo. Que ensangrentado despojo mutilado, viéndolo así me decidí a
preguntarle:

“Cristo, ¿Quién fue el que se atrevió contigo?! ¿No le temblaron las manos cuando astilló las tuyas arrancándote de la cruz?! ¿Vive todavía? ¿Dónde? ¿Qué haría hoy si te viera en mis manos? ¿Se arrepintió? “

“¡CÁLLATE! Me cortó una voz tajante. ¡CÁLLATE, preguntas demasiado! ¿Crees que tengo un corazón tan pequeño y mezquino como el tuyo?! ¡CÁLLATE! No me preguntes ni pienses más en el que me mutiló, déjalo, ¿Qué sabes tú? ¡Respétalo!, yo ya lo perdoné. Yo me olvidé instantáneamente y para siempre de sus pecados. Cuando un hombre se arrepiente, Yo perdono de una vez, no por mezquinas entregas como vosotros. ¡Cállate! ¿Por qué ante mis miembros rotos, no se te ocurre recordar a seres que ofenden, hieren, explotan y mutilan a sus hermanos los hombres?. ¿Qué es mayor pecado? Mutilar una imagen de madera o mutilar una imagen mía viva, de carne, en la que palpito Yo por la gracia del bautismo. ¡Oh hipócritas! Os rasgáis las vestiduras ante el recuerdo del que mutiló mi imagen de madera, mientras le estrecháis la mano o le
rendís honores al que mutila física o moralmente a los cristos vivos que son sus hermanos”.

Yo contesté:

“No puedo verte así, destrozado, aunque el restaurador me cobre lo que quiera ¡Todo te lo mereces! Me duele verte así. Mañana mismo te llevaré al taller. ¿Verdad que apruebas mi plan? ¿Verdad que te gusta? “

“¡NO, NO ME GUSTA! Contestó el Cristo, seca y duramente. ¡ERES IGUAL QUE TODOS Y HABLAS DEMASIADO! “

Hubo una pausa de silencio. Una orden, tajante como un rayo, vino a decapitar el silencio angustioso.

“¡NO ME RESTAURES, TE LO PROHIBO! ¿LO OYES?! “

“Si Señor, te lo prometo, no te restauraré. “

“Gracias”. Me contestó el Cristo. Su tono volvió a darme confianza.

“¿Por qué no quieres que te restaure? No te comprendo. ¿No comprendes Señor, que va a ser para mí un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? “

“Eso es lo que quiero, que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo; rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies,
porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. ¡No me restaures, a ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y
mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás! Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello, y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, rotos y sufrientes. Hay muchos cristianos que tranquilizan su conciencia besando un Cristo bello, obra de arte, mientras ofenden al pequeño Cristo de carne, que es su hermano. Esos besos me repugnan, me dan asco!, Los tolero forzado en mis pies de imagen tallada en madera, pero me hieren el corazón. ¡Tenéis demasiados Cristos bellos! Demasiadas obras de arte de mi imagen crucificada. Y estáis en peligro de quedaros en la obra de arte. Un Cristo
bello, puede ser un peligroso refugio donde esconderse en la huida del dolor ajeno, tranquilizando al mismo tiempo la conciencia, en un falso cristianismo”. Por eso ¡Debieran tener más Cristos rotos, uno a la entrada de cada templo, que gritara siempre con sus miembros partidos y su cara sin forma, el dolor y la tragedia de mi segunda pasión, en mis hermanos los hombres! Por eso te lo suplico, no me restaures, déjame roto junto a tí, aunque amargue un poco tu vida. “

“Si Señor, te lo prometo". Contesté. “

Y un beso sobre su único pie astillado, fue la firma de mi promesa.

Desde hoy viviré con un Cristo roto.

domingo, 26 de julio de 2009

Frases celebres

Los ideales que han iluminado mi camino han sido la bondad, la belleza y la verdad.
Albert Einstein
Nada tan difícil como decidirse.
Napoleón Bonaparte
En media hora de juego podremos descubrir mejor a una persona que en un año de conversación.
Platón
La generalización de la castidad no conduciría a la extinción de la raza humana; la elevaría a un plano superior.
Mahatma Gandhi
No se siente tanto la ofensa del enemigo, como la que del amigo se recibe.
Aristóteles
La juventud, en todas partes, es atrayente, animosa y vencedora.
Rubén Darío
La lealtad tiene un corazón tranquilo.
Shakespeare
Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora.
John Lennon
El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo.
Alejandro Dumas
Mi madre siempre me dijo que si hubiese sido un sacerdote, me hubiese convertido en papa; que si hubiese sido un soldado, me hubiese convertido en general. En cambio opte por la pintura y me converti en Picasso.
Pablo Picasso
Todo se convierte en placer si se hace a menudo.
Oscar Wilde
Creo en el poder del pensamiento más que en el de la palabra, ya sea oral o escrita. Mahatma Gandhi
Cuando dos hombres desean la misma cosa que no pueden gozar juntos se convierten en enemigos.
Thomas Hobbes
Todo el mundo necesita un abrazo. Así cambia el metabolismo.
Leo Buscaglia
El amor no tiene edad, siempre está naciendo.
Blaise Pascal
El alma tiene sus ilusiones, como el pajarillo sus alas: Son ellas quienes las sostienen.
Victor Hugo
El justo está próximo al corazón de la gente, pero el misericordioso está próximo al corazón de Dios.
Khalil Gibrán
Muchísimas personas sobreestiman lo que no son y subestiman lo que realmente son.
Malcolm Forbes
El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... Si puedes simular eso, lo has conseguido.
Marx
Para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más. Nada le dice la pampa, ni el arroyo, ni el sauzal.
Atahualpa Yupanqui
Hay que evitar un combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor.
Juan Zorrilla de San Martín
Quien sabe adular, sabe calumniar.
Napoleón Bonaparte
La madurez del hombre es haber recobrado la seriedad con que jugábamos cuando éramos niños.
Nietzsche
La actividad es lo que hace dichoso al hombre.
Bernard Shaw
Sabio es aquel que constantemente se maravilla.
André Gide
Hay cosas que no se cuentan y mueren en los corazones.
Lucas Vides
Nos volvemos justos idealizando actos de justicia, valientes realizando actos de valentía.
Aristóteles
Yo desconfío del amor de un hombre a su amigo cuando no lo veo esforzarse en comprender al enemigo.
José Ortega y Gasset
Las personas civilizadas están tan cerca de la barbarie como el hierro más pulido lo está de la herrumbre.
Antonio de Rivarol
La alegría y el amor son las dos alas de las grandes acciones.
Goethe
Gobernar una familia es casi tan difícil como gobernar todo un reino.
Michael de Montaigne
Pocos saben envejecer.
La Rochefoucauld
Las cosas más bellas son las que inspira la locura y escribe la razón.
André Guide
Muchas veces la presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada a la lengua más atrevida.
Miguel de Cervantes Saavedra
Mi liberalidad es tan ilimitada como el mar, y profundo como éste es mi amor. Cuando más te entrego, tanto más me queda, pues uno y otro son infinitos.
Willam Shakespeare
Quien siembra ilusiones recoge sufrimientos.
Elie Ben-Gal
Cada hombre puede mejorar su vida mejorando su actitud.
Héctor Tassinari
Hay ciertos defectos que bien manejados brillan más que la virtud.
La Rochefoucauld
La política es la única ciencia para la que no se exige preparación específica alguna.
Stevenson
Buscando lo que deseo voy perdiendo el deseo de lo que busco.
Antonio Porchia
La cooperación no es ausencia de conflictos, sino el medio para resolver el conflicto.
Deborah Tannen
Las oportunidades son como los amaneceres, si uno espera demasiado se las pierde.
Willam Ward
Los sueños son sumamente importantes. Nada se hace sin que antes se imagine.
George Lucas
Nadie se queja por tener lo que no se merece.
June Austen
Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
Aristóteles
Hay que defender hoy las cosas que hemos conseguido tras haberlas deseado ayer, antes que dejárnoslas quitar por vivir mirando hacia las que soñamos para mañana.
Epicuro
Al otro lado de las nubes hay un cielo.
Muhammad Al-Fayturi
El hombre no puede descender más bajo cuando convierte sus sueños en oro y plata.
Khalil Gibrán
La humanidad se toma a sí misma demasiado en serio. Es el pecado original del mundo. Si el hombre de las cavernas hubiera sabido reír, la historia habría sido diferente.
Oscar Wilde
Las oportunidades pequeñas son el principio de las grandes empresas.
Demóstenes
Al vencer sin peligro se triunfa sin gloria.
Corneille
Imposible es el adjetivo de los imbéciles.
Napoleón Bonaparte
Nada más peligroso que una amplia idea en un cerebro estrecho.
Dios ha muerto, parece que los hombres lo mataron.. Nietzsche
Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho. Rodin

jueves, 16 de julio de 2009

ESTOS SON SOLO ALGUNOS FRAGMENTOS QUE LEYENDO HE DECIDIDO COMPARTIR POCO A POCO...

EN EL TRANSCURSO DEL BLOG TRASMITIRE MIS EXPERIENCIAS A TRAVES DE LAS CUALES ME HE

SENTIDO IDENTIFICADA CON AUTORES QUE NO POR CASUALIDAD LLEGAN A MIS MANOS Y MAS QUE

ESO LLEGAN A MI CORAZON...


ESPERO LES SIRVA Y SEA UN PUENTE PARA QUE "LOS OTROS" DEJEN DE SER "LOS OTROS" Y

SIMPLEMENTE DESCUBRAMOS QUE SOMOS "NOSOTROS"...

VANE






El silencio no es la ausencia de sonido, eso sería imaginárselo negativamente.

El silencio es una reducción de ese ruido interior que ocupa no sólo los oídos sino también nuestra atención. El silencio nos permite escuchar muchos sonidos que de otra manera no escucharíamos: el sonido de los pájaros, del agua, del viento, de los árboles, de las ranas, de los grillos, del acompasado ritmo de la respiración, los latidos del corazón, la música, así como también de la conciencia, los sueños despiertos y las intuiciones.

Uno cultiva el silencio no obligando a los oídos a no oír, sino elevando el volumen de la música del mundo y del alma.

La voz de Dios se puede oír en la intimidad del corazón, sólo cuando la lengua está callada, cuando está en silencio, porque el silencio es el lenguaje del buscador espiritual.

El amor, la gran verdad que trasciende la naturaleza no se comunica de un ser a otro por medio de la palabra, la verdad prefiere el silencio para llevar su significado a las almas amantes. Es en el silencio de la noche cuando se produce la mejor comunicación entre los amantes porque es portador del mensaje del amor y recita la poesía de los corazones.

El lenguaje hablado no es el único medio de comprensión entre dos almas. No son las palabras que salen de los labios las que unen los corazones, hay algo más alto y más puro.

El silencio ilumina las almas, susurra en los corazones y los une, el silencio nos hace viajar como en un velero por el mar del espíritu y nos acerca al cielo. Hemos olvidado ese lenguaje y debe ser aprendido de nuevo. Ese lenguaje es el del amor. El lenguaje del amor es silencioso, se expresa en silencio.

Cuando dos amantes están en verdadera y profunda armonía, cuando sus vibraciones están sincronizadas entre sí, cuando ambos vibran en la misma longitud de onda, entonces hay silencio.

Entonces a los amantes no les apetece hablar porque el silencio es el lenguaje de las almas amantes. Cuando estás profundamente enamorado, puede que tomes de la mano a tu pareja, pero estarás en silencio, en completo silencio.

En ese lago sin olas de tu conciencia, algo se transforma y se pasa el mensaje. Es un mensaje sin palabras. Uno tiene que aprender el lenguaje del amor, el lenguaje del silencio, el lenguaje de la presencia de cada uno, el lenguaje del corazón, el lenguaje de los cuerpos, y en ese lenguaje sobran las palabras.

¿Sabes oír? Cuando cantan los pájaros, ¿llaman a las flores de los campos, hablan a los árboles o repiten el murmullo de los arroyos?.

El hombre, con todo su entendimiento, no es capaz de saber lo que canta el pájaro, ni lo que murmura el arroyuelo, ni lo que susurran las olas cuando lamen la playa suave y delicadamente.

El hombre no es capaz de saber, con todo su entendimiento, qué es lo que dice la lluvia al caer sobre las hojas de los árboles, o cuando sus gotas golpean los cristales de las ventanas. No puede saber lo que la brisa le está diciendo a las flores de los campos.

La ausencia de silencio, el ruido mental, físico y espiritual del hombre actual y de su entorno no le permite apreciar tantas cosas que sólo notamos cuando estamos serenos, en paz y en silencio, porque, después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el canto del pájaro amigo, las conversaciones nocturnas de las ranas al borde del estanque y las discusiones nocturnas de los grillos después de la lluvia?

Pero el corazón del hombre puede sentir y captar el significado de estos sonidos que hacen vibrar sus sentidos. La Sabiduría Eterna habla en un lenguaje misterioso, alma y naturaleza conversan juntas. Sin embargo, ¿no ha llorado el hombre al escuchar los sonidos?, ¿y no son sus lágrimas un entendimiento elocuente?

Fernando Latouche




Siento a Dios que camina tan en mí,
Con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos. Orfandad
Oh, Dios mío, recién a ti me llego
Hoy que amo tanto en esta tarde.
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
Porque jamás sonríes; porque siempre
Debe dolerte mucho el corazón.

Cesar Vallejo


Aunque puede que no me encuentre totalmente libre de preocupaciones, yo también puedo aceptar cada día como un regalo de Dios. Espero el amanecer de cada día con gozo. Los retos más grandes en la vida motivan a la gente a lograr lo que parece imposible. Cuando la gente se interesa por otros, sobrepasa la duda y el temor para rescatar, cuidar y proteger a quienes lo necesitan. Cualquier incomodidad desaparece cuando recuerdo que nunca puedo estar a solas, ya que Dios siempre me acompaña. De modo que en lugar de pasar el tiempo pensando que estoy solo, paso un momento tranquilo con Dios. Cierro los ojos y voy al santuario en el centro de mi ser. Allí Dios me aguarda listo para escucharme, guiarme y responder a toda necesidad. Sólo necesito un momento callado con Dios para alejarme de las preocupaciones y desligarme espiritualmente de ellas. En el silencio con Dios, sé que somos infinitamente uno.

Silent Unity


Al mirar dentro de nosotros mismos, tomamos conciencia de una voz interior intuitiva, la cual nos proporciona una fuente muy confiable de guía. Cuando los sentidos físicos son silenciados, y empezamos a escuchar esa voz interior, nos damos cuenta de que sí podemos sanar y crecer mentalmente. En este silencio, en el cual ya no existe conflicto, podemos experimentar el gozo de la paz en nuestra vida.

Gerald Jampolsky


Mi paz viene de dentro. La sencillez de mi vida es un reflejo de lo que llevo en mí. La sencillez de la vida de ustedes no viene de dentro. Es un escape del mundo que los rodea, la negación de aquello de lo que formaron parte y los hirió. Yo no permito que los hechos me hieran. Comprendo que toda la humanidad está en un proceso de crecimiento y, necesariamente, siempre será imperfecta. Nunca podrá ser de otro modo. Lo comprendo, lo acepto y amo a la gente por lo que es y la encuentro agradable porque nuestro Padre la ha hecho así. Encuentren a Dios, aprendan a amar a la gente y encontrarán la misma paz y armonía con la naturaleza.
Joseph F. Girzone



Dios sigue comunicándose con nosotros pero debemos comprender su lenguaje para interpretar sus mensajes. El vehículo de expresión de Dios no son las palabras –aunque a veces nos llegue de esa forma-; es un lenguaje de señales, símbolos, milagros y coincidencias. Abrirnos a él nos permite abrazar una vida mejor y más plena. Cuando aprendemos a ser receptivos a su lenguaje, podemos familiarizarnos con su gramática y sus reglas únicas, y beneficiarnos de su gracia.

Albert Clayton Gaulden

Si Dios tuviera un nombre ¿cuál sería? ¿Y lo usarías para llamarle? Si estuvieras con él cara a cara en Toda su Gloria ¿qué le preguntarías si sólo tuvieras la oportunidad de hacerle una pregunta? Y sí, Dios es maravilloso, sí, Dios es bueno. Pero ¿qué pasaría si Dios fuera uno de nosotros? Un humilde vago como nosotros. Simplemente un extraño en el autobús. Intentando llegar a casa. De vuelta a casa, solitario, de vuelta al cielo. Sin nadie que le llame por teléfono. Salvo quizás el Papa desde Roma. Si Dios tuviera un rostro, ¿cómo te lo imaginas? ¿Y te gustaría mirarlo? ¿Incluso aunque al mirarlo significara que también tienes que creer en cosas como el cielo, Jesús, los santos y los profetas?

Joan Osborne, «If God Was One Of Us»



No pienso en la miseria, sino en la belleza que todavía permanece.


Anne Frank


Si aprendemos a escuchar y a aceptar nuestra intuición y a actuar según ella, podremos conectarnos con el Poder Superior del universo y permitiremos que se convierta en nuestra fuerza conductora.

Shakti Gawain


No trates de alcanzar a Dios con tu entendimiento porque es imposible. Encuéntralo en el amor, que eso si es posible.

Carlos Carretto


Señor, tú llegas hasta lo más profundo de mí y me conoces por dentro. Sabes cuando me detengo o cuando no sé qué hacer; entiendes mis ilusiones y mis deseos como si fueran tuyos; en mi camino has puesto una huella, en mi descanso te has sentado a mi lado; has tocado todos mis proyectos palmo a palmo.

Salmos 139


Caminar hacia Dios es abandonar seguridades y arriesgarse a lo sorprendente.

Mamerto Menapace

jueves, 9 de julio de 2009

Cada quien tiene su propia explicación conforme a su visión personal de su papel en el mundo. Los llamados escritores “comprometidos”, encuentran su razón de ser en la obligación de participar en las transformaciones que consideran indispensables para un desarrollo armónico y justo de la sociedad en que vivimos.
Los que se adscriben a la teoría del “arte” entienden que escriben sólo para crear belleza y provocar un placer estético en los demás.
Pero, no importa en que posición ideológica se hallen ubicados, todos, absolutamente todos, coinciden en un aspecto: escriben por compulsión, escriben porque están obligados a hacerlo, porque no pueden evitarlo, porque una fuerza irresistible sobre la que no tienen ningún control los impulsa a arrojar sobre un papel en blanco ideas que lo angustian y torturan y de las que debe desprenderse a toda costa. El escritor escribe, pues porque tiene que liberarse de sus propios fantasmas.
Y esto nos lleva a un terreno particularmente movedizo y es de cuestionarnos si el escritor es libre o no de escoger sus temas, planear sus narraciones y desarrollar su obra creativa con absoluto control de todos sus pormenores. Yo personalmente, no lo creo. De igual modo que el escritor no elige su vocación sino que ésta se le impone, tampoco es el amo y señor absoluto de lo que crea, sino que de algún modo su obra también se le impone. Vargas Llosa, el famoso escritor peruano contemporáneo, dijo una vez” “Yo no escojo mis temas, éstos me escogen a mí”, expresando gráficamente esa misma idea.
Los antiguos hablaban de “la inspiración” para explicarse este fenómeno mediante el cual las creaciones de los poetas y escritores parecían tener un origen misterioso ajeno a la voluntad de sus autores. Hoy en día, con los avances de las ciencias psicológicas, apelamos a la teoría freudiana del subconsciente para tratar de comprender esa enigmática situación del escritor, que a veces escribe lo que no ha deseado conscientemente escribir, o no lo ha hecho en la forma que había escogido volitivamente para hacerlo.

Ahora llega el momento de formularnos la segunda pregunta: ¿Cómo se escribe? Es decir ¿qué requisitos debe llenar lo que se escribe para que el propósito de comunicación que persigue el escritor se alcance en la forma más efectiva posible? Tratemos de encontrar una respuesta a esa pregunta.
Antiguamente el escritor de obras narrativas intervenía constantemente en el curso de sus relatos explicándole al lector la razón de los actos que realizaban sus personajes, describiendo el carácter de sus héroes y heroínas y regodeándose en largas descripciones de los lugares donde ocurrían los hechos que relataba.
La moderna literaria ha sobrepasado esa etapa porque la obra literaria del presente es una labor de doble vía que demanda la participación activa del lector. Al escritor de hoy no le está permitido llevar como antes de la mano a su lector. Por el contrario, debe limitarse a poner a actuar los personajes de sus historias, dejar que ellos obren por sí mismos y todo lo que el escritor quiera expresar debe hacerlo por conducto de ellos, a través de lo que ellos hagan, digan o piensen. Esta norma hace tal vez más difícil la tarea del escritor, pero sin duda hace más interesante la del lector.

Y ahora a la tercera y última pregunta: “¿Para qué escribe el escritor?”. Gabriel García Márquez, el más popular escritor contemporáneo de la lengua castellana, cuestionado por una periodista hace algunos años, respondió así a esa pregunta: “Escribo para que mis amigos me quieran más”. Yo creo que en esa frase, aparentemente risueña y superficial, está concentrada la respuesta profunda y fundamental de la pregunta.
En efecto, todo creador literario posee una cualidad que le es indispensable y sin la cual su vocación no podría existir. Esa condición es la sensibilidad. Es decir, la propensión a sentir vivamente, profundamente, los estímulos exteriores; la capacidad de sentir —como si lo padeciese en carne propia— el dolor que sufren los demás; la necesidad de rebelarse contra la injusticia aunque uno no sea su víctima directa. Dije una vez y quiero repetirlo ahora, que esa actitud ante la vida no es otra cosa que el reflejo de un amor muy alto, muy extraordinario, muy privilegiado de amar y el escritor, cuando difunde su obra, busca secretamente que ese amor que siente por los demás le sea correspondido.

Dentro de las limitaciones impuestas por el tiempo y por la modesta capacidad de quien les habla, hemos hecho un esfuerzo para dar nuestra respuesta a las tres preguntas básicas que nos formulamos. Ojalá hayamos aportado algo para el conocimiento de ustedes sobre las motivaciones intimas de ese extraño sector de la raza humana que, como escritor, ejerce una vocación que no ha escogido, la desarrolla sin estar muy seguro de lo que hace y que, como si esto fuera poco, no proporciona los medios económicos para vivir de ella.

miércoles, 8 de julio de 2009







LA SOLEDAD EN EL SIGLO XXI


Las grandes ciudades están llenas de solitarios. Crece el número de viviendas ocupadas por una sola persona y el trato físico se sustituye por las relaciones a distancia, por Internet. Es una epidemia que va en aumento.

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La soledad de las grandes ciudades, el hiperindividualismo, la muchedumbre solitaria, las mónadas sociales, fueron temas relevantes en la segunda mitad del siglo XX, pero apenas se habla ya de ello. Los individuos no se han entrañado ni abrazado más entre sí, pero electrónicamente se han comunicado de tal modo que el fenómeno de la interconexión parece haber acallado las inquietudes o las voces del aislamiento.

Se trata, sin embargo, de dos realidades paralelas. Mientras la relación en el cuerpo a cuerpo sigue debilitándose, la relación a distancia, máscara a máscara, aumenta y prolifera. La aventura de ser un individuo diferente o, mejor, siempre dependiente de la imagen proyectada en los demás, se ha provisto ahora de un artilugio mediante el cual la apariencia de nuestra identidad se enreda con nuestras artes de engaño. Nuestro diseño, en fin, se encuentra más en nuestras manos a través del atrezzo, el nickname, el avatar, los juegos del sexo y la edad u otros recursos para hacer personajes de la persona y versiones de lo real.

El prójimo es siempre insustituible para poder ser algo, pero la proporción que de su efectiva sustancia se necesita para esbozar nuestro perfil social puede sustituirse, en parte, por nuestra habilidad para fingir en la pantalla, travestirse en la Red y recrearse en el nuevo espacio virtual, inconcebible hasta ahora.

Indudablemente, la satisfacción no será comparable a la que proporciona un amor encarnado o una consideración tangible, pero, poco a poco, este mundo electrónico será casi todo lo que hay, y la vida en su seno decidirá una porción variable de nuestra composición general. Lo transparente procura abrigo, lo remoto segrega afectividad, lo virtual se materializa, y el sucedáneo, como en las gulas, será progresivamente el único gusto atribuible a la angula.

Incluso, con el uso y el consumo de compañías y sentimientos en la Red, lo que hoy parece sucedáneo borrará su estigma subsidiario y ascenderá de pleno derecho al mundo que alivia los surtidos de la soledad.

Las ‘webs’ sociales. Tras el boom de las compañías puntocom de hace seis años ha estallado el éxito de las empresas que gestionan los puntos de encuentro entre millones de usuarios. Al éxito de la tecnología aplicada a los negocios sucede la multiplicación de los negocios que tienen su base primordial en las personas.

El conocimiento científico, las informaciones de consumo, las opiniones políticas se cruzan en una trama que ha facilitado y estimulado la Red. Y este universo de contactos innumerables posee una importante condición inédita: conectamos con más gentes sin tener que sufrir la penalidad de su aliento. El contacto “personista” se define así por una relación entre personas distantes y distintas, pero sin su extraño o atosigante tufo.

Crece la conexión y hasta la implicación, pero no los compromisos fuertes ni los entrañamientos hondos. De la misma manera que el saber actual es más superficial que profundo, la relación con las personas a través de la Red conforma un modelo a su imagen y semejanza. Tratamos con una multiplicidad de individuos para degustarlos fragmentariamente en aquellos aspectos que nos complacen, nos divierten o nos interesan.

El mundo avanza de esta manera como en un frente de infinitas relaciones ligeras. Vivimos o navegamos, y en lugar de llegar hasta el fondo del otro sustituimos la cavidad por el surf y el corazón por el botox. La interrelación resulta así menos personalista al modo católico de Mounier y, por el contrario, cada vez más “personista”.

En Corea del Sur, las relaciones sociales y afectivas a través de los medios electrónicos superan ya en frecuencia y número a las que se mantienen cara a cara. El rostro de Corea del Sur nunca se nos reveló con nitidez en Occidente, pero ¿no irá sucediendo lo mismo con la vasta y difusa trama que domina Internet y la derivación de su influjo? ¿En qué punto, por ejemplo, se encuentra hoy aquella amistad que amortiguaba la desazón de estar solo? De un lado crecen los telecontactos, aumentan las sectas, se multiplican los clubes, las pandas y las tribus urbanas, y de otro se incrementan los hogares ocupados por una sola persona hasta alcanzar más de la tercera parte de las viviendas en las grandes capitales de Occidente. En este contradictorio contexto, ¿dónde se halla el gozne de la compañía y el apoyo contra la soledad?

La mirada del otro. Muchos nexos y pocos vínculos, mucha conversación en horizontal y escasa en vertical. No es tanto ya la desconfianza en el otro lo que reduce el peso de la amistad, sino la dificultad laboral y residencial para cultivarla y enriquecerla. Poco a poco, sin pensarlo ni ponderarlo, vamos reduciendo la compañía eficaz al recinto de la pareja y sobre ella van concentrándose tantas demandas y exigencias, tanto socorro, que acaba cediendo en sus cimientos o ardiendo por exceso de exigencia.

El otro puede ser un verdugo o un lujo, aunque siempre posee partículas de ambos y siempre parece mejor que estar solo hallarse acompañado porque de la misma manera que no hay mejor especialista en la tortura que el autorturador ni tampoco peor enemigo de la lucidez que nuestra propia ofuscación, el otro cumple como elemento necesario para despejarnos. Aquel que nos observa desde fuera, liberado de nuestra fijación, puede actuar como la llave de nuestra cura. Todo problema tiene su solución, pero a menudo no se halla en nuestro reino y alguien amado, venido desde fuera, abre el encierro. Los términos se vuelven más claros como por ensalmo y saltamos desde su precipicio a la calma gracias a la cirugía de la ajenidad.

No significa, sin embargo, que el otro represente al mágico bálsamo de fierabrás. La especie humana prefiere, en general, no convivir demasiado junta. Precisamente, lo peor de la cotidianidad de las abejas procede de su obligatoria, eterna y hacinada colaboración. Nada parecido al orden de los seres humanos, que encuentran en la soledad una ocasión de lavado y salud precisas.

No será lo mismo la soledad que la independencia, pero la soledad elegida y la independencia conquistada se acercan mucho entre sí. Complementariamente, la calidad del lazo aumenta si ambos asumen su independencia y están juntos pudiendo estar distantes después. La relación florece cuando nadie acarrea su desolación y la soledad posterior a un desacuerdo no se traduce en devaluación o suicidio.

Somos con los demás y los demás son con nosotros, pero sin apelmazamientos. El amor, la amistad, nos construyen mutuamente si los pilares no descansan desequilibradamente. La interdependencia no es, por tanto, suma de dependencias, sino juego de independencias de manera que la metáfora del panal nos endulza tanto como nos encarcela.

Somos, en suma, seres comunitarios y solitarios, ciudadanos e individuos. El inconveniente de la soledad en relación a la visión del mundo reside en que una idea o una opinión mantenida en solitario es prácticamente igual a una creencia, mientras la idea compartida se vuelve convicción y ayuda a trazar itinerarios comunes y a formar un mapa iniciático del que irá hilvanándose una más alegre concepción del mundo.

Pero no revueltos. Contra la exaltación de la compañía, sin embargo, hay que decir que la demasiada presencia del otro es opuesta al progreso. Si los medios de comunicación moderna han triunfado y se han popularizado tanto es debido a su fórmula de permitir hallarse presentes sin presentarse. La pérdida de presencialidad ha ensanchado la lucidez del intervalo en no pocas relaciones ahumadas.

El espectáculo del otro sustituye así, muchas veces en nuestros días, a la realidad efectiva. Las pantallas omnipresentes operan como un cámara de transmutación de lo real para crear el mundo de una irrealidad liviana compatible con la idea de la ausencia. De otra parte, lo específico de nuestra especie no es el contacto con los demás, sino la distancia. Son especies de contacto aquellas que se apiñan por placer y permanecen piel con piel durante horas, como el hipopótamo, el cerdo o el erizo.

Pero hay especies de “no contacto”, entre las que se encuentra el caballo, el perro, el gato, la rata y también los seres humanos. No nos aguantamos demasiado cerca. Puede ser que este rechazo no predomine siendo cachorros o siendo bebés, pero en cuanto se alcanza el estado adulto, toda confortabilidad requiere holgura. Y no ya un hueco para pensar o atacar mejor, sino como hábitat primordial de la supervivencia.

El hacinamiento nos mata, y bastaría la excesiva proximidad para enfermarnos. El individuo (indivisible) requiere para su definición una esfera en la que reine el olor y el amor propio. El abrazo amistoso, la asociación religiosa, el equipo, el vecindario, son elecciones desde la soledad primigenia en que nos fundamos y nos reconocemos. Nada que ver con el pantanoso cosmos del cerdo, la aglomeración de erizos o el apegamiento de los hipopótamos.

En el fondo, además, siempre estamos solos. Más solos que la una y a casi cualquier hora, pobres o ricos, sanos o con hernias. Proust escribía: “Nos comunica alguien su enfermedad o su revés económico, lo escuchamos, lo compadecemos, tratamos de reconfortarle y volvemos a nuestros asuntos. ¡Qué solas estamos las personas!”.

Y qué bello disfrute hallamos en esa oquedad cuando a ratos, voluptuosamente, la escogemos.

A C E R C A D E L A S O L E D A D



La timidez es una condición
ajena al corazón, una categoría,
una dimensión que desemboca
en la soledad.
Pablo Neruda

Quien no sabe poblar su soledad,
tampoco sabe estar sólo
entre una multitud atareada.
Charles Baudelaire

El que vive retirado dentro
de su inteligencia y espíritu,
vive en el paraiso.
Francis Beaumont

La soledad es el precio
de la libertad.
Carmen Díez de Ribera

La soledad es el imperio
de la conciencia.
Gustavo Adolfo Bécquer

Si eres orgulloso conviene
que ames la soledad: los
orgullosos siempre se
quedan sólos.
Amado Nervo

No hay soledad más triste
y afligida que la de un
hombre sin amigos, sin
los cuales el mundo es
desierto; el que es
incapaz de amistar,
más tiene de bestia
que de hombre.
Francis Bacon

Un hombre solo siempre
está en mala compañía.
Paul Valéry

El talento se cultiva
en la soledad; el carácter
se forma en las tempestuosas
oleadas del mundo.
Johann Wolfgang von Goethe

Ciudad grande, soledad grande.
Estrabón

No es difícil llorar en soledad,
pero es casi imposible rír solo.
Dulce María Loynaz

La soledad se admira y
desea cuando no se sufre,
pero la necesidad humana
de compartir cosas es evidente.
Carmen Martín Gaite

Todo nuestro mal proviene
de no poder estar solos.
Jean de La Bruyère

Sin un corazón lleno de amor
y sin unas manos generosas,
es imposible curar a un hombre
enfermo de soledad.
Teresa de Calcuta

No se sabe lo que es
el consuelo del corazón
sino cuando nos
quedamos solos.
Edgar Allan Poe

Jamás hallé compañero más
sociable que la soledad.
Henry D. Toureau

Cuando eres consciente de
la muerte, acabas asumiendo
tu propia soledad.
Rosa Regás

Sólo en soledad se siente
la sed de verdad.
María Zambrano

Quizá la mayor equivocación
acerca de la soledad es que
cada cual va por el mundo
creyendo ser el único que
la padece.
Jeanne Marie Laskas

Los recuerdos no pueblan
nuestra soledad, como suele
decirse; antes al contrario, la
hacen más profunda.
Gustave Flauvert

No hay mayor pobreza que la soledad.
Madre Teresa de Calcuta